La neotenia es uno de los procesos evolutivos más curiosos (y enternecedores) que podemos encontrar en la Naturaleza: un cambio en el ritmo de crecimiento habitual (heterocronía) que deriva en la perpetuación de rasgos infantiles en el individuo adulto. Uno de los ejemplos más notables es el ajolote, que a partir del estado larvario de una salamandra del género Ambystoma
ha conseguido consolidarse como especie, siendo literalmente un
renacuajo. Estas criaturas tienen características excepcionales,
normalmente frecuentes en el desarrollo embrionario, como una
extraordinaria capacidad para regenerar sus tejidos.
Hay quienes afirman que el ser humano es un animal neoténico,
puesto que si echamos la vista atrás, hacia nuestros antepasados o
hacia el resto de primates, observamos una regresión en el desarrollo:
pérdida de pelo, disminución del tamaño del cráneo y el resto de huesos,
atenuación del dimorfismo sexual e incluso el bipedismo (muy frecuente
en chimpancés jóvenes). Tampoco podemos olvidar algunos rasgos psicológicos como la curiosidad o la plasticidad en el comportamiento.
Este artículo sirve de excusa para rescatar un ensayo1 maravilloso de Stephen Jay Gould, en el que explica la neotenia a través de la infantilización del personaje de Mickey Mouse, en carácter y apariencia física.
(Agradecimientos a la autora, C., bióloga y estudiante de doctorado)
Notas
1. "A biological homage to Mickey Mouse" (Stephen Jay Gould). El artículo (PDF) puede encontrarse fácilmente en internet, por ejemplo aquí.
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